jueves, 29 de diciembre de 2011

ENTREVISTA EN EL DIARIO ABC DE ESPAÑA


"Las víctimas del terror montonero no cuentan en Argentina".

Victoria Villarruel, abogada defensora de los derechos humanos: «Por defender a quienes atacó la guerrilla, nos ponemos en peligro y nos llaman fascistas»

Su abuelo fue víctima de la violencia guerrillera de izquierdas que Argentina sufrió en los 70 a manos de los montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Victoria Villarruel preside el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), una ONG que defiende el derecho de 18.331 víctimas directas documentadas a «la Justicia, la verdad y la reparación». Han llegado a esa cifra, dice, investigando recortes de prensa, libros y revistas de las guerrillas. De ellos, 1.355 perdieron la vida.

—¿Qué reclaman al Gobierno?
—Le exigimos que abra los archivos sobre esa época, para que podamos completar nuestra investigación, y una comisión de la verdad. Pero el Gobierno discrimina en razón de la ideología y de quién cometió los crímenes. Solo reconoce a una clase de víctimas, a las de los abusos del Estado. Si fuiste montonero tienes derechos, pero las víctimas del terror de izquierdas no cuentan.

—¿Por qué denuncia que especialmente durante los mandatos del matrimonio Kirchner no se ha reconocido a estas víctimas?
—Porque en todas las estructuras del Estado, incluido el Poder Judicial, hay personas que formaron parte de los montoneros o del ERP, o estaban relacionados con estos grupos. Es difícil lograr justicia cuando el poder está en manos de quienes agredieron. En los últimos diez años no ha prosperado ninguna causa judicial nuestra.

—¿Cuál es el perfil de los afectados?
—El 70% de las 18.331 víctimas eran civiles apolíticos, por eso no reclamaron sus derechos al Gobierno. No se conocían, eran sindicalistas, jueces, judíos, católicos, extranjeros... El 30% eran uniformados agredidos en situación de descanso, por lo que son civiles según el derecho internacional.

—¿Hay alguna víctima española?
—Sí, Arturo Mor Roig, político nacido en Lérida que fue asesinado en un restaurante (de la Unión Cívica Radical, ministro de Interior durante el Gobierno de facto de Alejandro Lanusse).

—¿Mantienen contacto con alguna organización de víctimas española?
—Nos hemos inspirado en la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), con la que colaboramos. Vemos con preocupación que España le conceda ser parte a ETA en las negociaciones del final. Un grupo terrorista no tiene que ser parte, tiene que entregar las armas, pedir perdón y hacerse responsable de los crímenes. Cualquier cierre que no tenga estos puntos no es acorde a la pacificación.

—¿Cómo cerró su país ese capítulo?
—Queremos difundir nuestra experiencia para que no se repita en España, donde ETA asesinó a 829 personas en 43 años, mientras que los montoneros y el ERP causaron 1.355 en una década. Estos se insertaron en el Estado y sus víctimas quedaron eliminadas de la memoria histórica.

—¿Se sienten amenazados?
—Es un tema tabú. Por defender o asesorar a estas víctimas nos ponemos en peligro y nos llaman fascistas.


La entrevista fue publicada el 28 de diciembre de 2011.

Mi agradecimiento a la periodista Carmen Muñoz por la oportunidad de relatar la situación de las víctimas del terrorismo de Argentina.

martes, 29 de noviembre de 2011

RECORRIENDO MEDIO ORIENTE Y CONOCIENDO REALIDADES MUY DISTINTAS A LAS DE ARGENTINA


Estoy participando de una comitiva que viajó a Israel y Palestina para conocer el conflicto de Medio Oriente.  Allí he tenido la oportunidad de mantener varias entrevistas y reuniones con miembros de los gobiernos de Israel y de la Autonomía Nacional Palestina.

En el día de hoy nos reunimos con el vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores, quien luego de su disertación, abrió un espacio para preguntas y respuestas.

Aproveché la oportunidad para preguntarle sobre una información que en Argentina fue muy escandalosa, hace algunos meses atrás.

V.V. - Quería conocer su opinión respecto de una información que dio a conocer en Argentina, el periodista Pepe Eliaschev, sobre el acuerdo secreto que habría concertado el actual gobierno argentino con el de Irán, respecto de la Causa AMIA. (Aclaración: el mismo habría sido para paralizar la investigación o desvincular tal vez a Irán de la misma).

El vocero respondió que pocos días después de la aparición de la nota de Eliaschev, el Canciller Timerman estuvo en Jerusalén y brindó una conferencia de prensa, en el mismo lugar donde hoy nos recibía a nosotros.
Que la forma que eligió el Canciller para responder las preguntas de los periodistas israelíes fue muy sospechosa. Dado que los periodistas le preguntaban en forma directa sobre este tema y el Canciller, les respondía: "Por que tengo el deber de desmentir eso? Quien va a creer esa información?"

Para todos ellos fue sospechoso como eligió responder, dado que la oportunidad se brindaba perfecta para que respondiera en forma clara y sin vueltas, respecto de un asunto sumamente importante para las relaciones bilaterales.

Luego de la respuesta del vocero, quedó flotando en el aire, que Pepe Eliaschev no estaba demasiado equivocado, respecto de la información que dio a conocer en diversos medios...

Desgraciadamente las relaciones internacionales del Estado argentino no siempre cuentan con los mejores interlocutores, por lo que la posición de nuestro país se ve representada con debilidad o en forma poco clara, como nos relatara el vocero respecto de Timerman y su "extraña" explicación.

viernes, 7 de octubre de 2011

ARTÍCULO SOBRE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO EN EL DIARIO FOLHA DE SAN PABLO - BRASIL



¿Qué es ésto, Montonero?
Por Sylvia Colombo - Para el Diario Folha
Han pasado muchas cosas en la vida de Clotilde Barrios, de 57 años, desde aquel martes, 06 de diciembre de 1977: tuvo tres hijos, se divorció, se casó de nuevo, ganó un considerable número de arrugas en la cara y callos en sus manos de metalúrgico.Pero es como si su vida se hubiera fijado en ese día, hace 34 años, cuando el jefe de turno en la fábrica de Avellaneda en el Gran Buenos Aires, lo llamó a toda prisa para darle la noticia recibida de dos médicos: "Su hijo fue baleado, tiene pocas posibilidades". "Llegué al hospital y todo era un desastre. Había policías, muchas personas, mi esposa lloraba. Y mi hijo estaba muerto", dijo Barrios al diario. Juan Eduardo, de 3 años, había acompañado a su madre, que había estado en el banco para pagar una factura de luz en la ciudad donde vivían, Monte Chingolo, en la provincia de Buenos Aires. Al salir, vio un quiosco y pidió un helado.
A continuación, un Torino naranja se detuvo en el lugar. Una mujer asomó el cuerpo por la ventana y abrió fuego. El objetivo era el Cabo Herculano Ojeda, quien trabajaba como custodia en el banco.
El fuego de ametralladora mató a Ojeda, una bala perdida le dió a Juan Eduardo.

Desde el 24 de marzo de 1976, Argentina vivió una feroz dictadura, su sexta en el siglo 20, que duró hasta 1983 y dejaría un vasto saldo de desaparecidos la cuenta varía de 8.000 a 30.000 personas. Juan Eduardo, sin embargo, es víctima de la guerrilla armada, la que podría haber matado a 1355 personas.
"Yo nunca milité. Tuve compañeros en la fábrica que eran Montoneros", dice Barrios, citando a uno de los principales grupos armados de la época. "Estábamos en medio de la dictadura, y cuando yo los escuchaba, simpatizaba con la idea de resistencia que defendían. Hasta el día que mataron a mi hijo y yo percibí el delirio que era aquella guerra"

El cálculo es del Celtyv (Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas), una organización no gubernamental encabezada por la abogada Victoria Villarruel, de 36 años. Creado en 2006, el CELTYV pide el juzgamiento y las reparaciones por los crímenes de la lucha armada, comparándolos con las actividades terroristas en España perpetrados por la ETA vasca, o de Colombia, por las FARC.

Actualmente existen 15 causas abiertas en diferentes provincias, aún sin victorias. ¿Tiene posibilidades de éxito? "Honestamente, creo que no", dice Villarruel. "Sólo continuamos porque no podemos quedarnos callados frente a un gobierno que decidió defender un solo lado de la guerra de los 70 en su discurso sobre los derechos humanos".

BANDERA. De hecho, la bandera fue apropiada por el gobierno cuando Néstor Kirchner (1950-2010) asumió el poder en 2003, cooptó a grupos como las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, los principales movimientos populares que pedían explicaciones por las desapariciones, y anuló las leyes de Obediencia Debida y Punto Final promulgadas por Raúl Alfonsín al final de su gobierno. Sin ellas, los agentes estatales que llevaron a cabo torturas y ejecuciones por orden de sus superiores ya no tenían el perdón garantizado.

En un gesto famoso, Kirchner mandó retirar la foto del dictador Jorge Videla de la galería del Colegio Militar. Videla fue a parar a la cárcel, donde está hoy, a los 86 años, condenado a cadena perpetua. Así se inició un amplio proceso de juzgar a las Fuerzas Armadas represivas.

La iniciativa de los Kirchner no incluye la investigación de los crímenes de los Montoneros y otros grupos armados. Al asumir la presidencia, Alfonsín trató de investigar las dos partes, con énfasis en los crímenes de Estado, pero se vio presionado de promulgar leyes de amnistía para ambos lados. Su sucesor, el peronista Carlos Menem (1989-99), concedió indultos que liberaron tanto a generales como guerrilleros.

VIOLENCIA. No es fácil de entender la espiral de violencia política que tuvo el país en los años 70. Quedó en la memoria el atroz aparato represivo que el gobierno militar montó en 1976, después del golpe que derrocó a Isabel Perón. Al tirar prisioneros al mar en los "vuelos de la muerte" o entregar en adopción los bebés nacidos en los sótanos de la tortura se han convertido en símbolos de lo que el Estado fue capaz en materia de crímenes.

Pero esto es sólo una cara de la moneda. Los grupos armados de izquierda como los Montoneros -nombre inspirado en "montoneras" ("guerrilla") del siglo 19, las milicias dirigidos por caudillos- y el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) actuaron desde el comienzo de la década. Secuestros, torturas, atentados y asesinatos formaban parte del programa revolucionario.

La radicalización de Montoneros está relatada en la nueva edición argentina de "Soldados de Perón" [Sudamericana, 480 páginas, R $ 34], del historiador británico Richard Gillespie, que narra cómo el grupo actuó para desestabilizar al gobierno antes del regreso de Juan Domingo Perón (1895-1974) desde su exilio en Europa en 1973.
Los Montoneros esperaban que con el regreso del general, fuese implantado el socialismo en la Argentina. Pero la figura de Perón magnetizaba tanto a la izquierda como a la derecha. Cuando regresó al poder en 1973, comenzó a alejarse de los Montoneros, que presuntamente asesinaron al dirigente sindical José Ignacio Rucci.
Muerto en 1974, el general fue sucedido por su esposa y vice, Isabelita, que distaba mucho del carisma y la popularidad de la mítica primera dama Evita. En 1976 fue derrocada por un golpe militar. A lo largo de la dictadura, los Montoneros actuaron en la resistencia.

KIRCHNER. El gobierno de Cristina Kirchner desalienta la investigación de las acciones de la guerrilla, que debido a que son delitos comunes prescriben a los 15 años. Tanto el gobierno de Néstor (2003-07) como el actual, su viuda, ex militantes tienen un papel central. El procurador general de la Nación, Esteban Righi, fue un importante aliado de los Montoneros en el gobierno de Héctor Cámpora (mayo-julio de 1973). Fueron Montoneros el influyente diputado Carlos Kunkel y Horacio Verbitsky, una especie de asesor especial de la Presidencia, acusados ​​de participar en ataques terroristas.
Activistas de derechos humanos y gobierno hablan de alrededor de 30 000 desaparecidos en acción del Ejército. El Informe de la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas), del gobierno de Alfonsín, muestra una lista de 7.954 muertos. Las cifras son una fuente de disputa política e ideológica.

Las víctimas del terrorismo de Estado tienen derecho a una indemnización que asciende a US$ 220.000. Para aquellos que han muerto en una acción de las guerrillas no tienen derecho a nada. Rara vez ha habido una compensación por la destrucción de viviendas u otros bienes.

DISCREPANCIA. Interrogada sobre la discrepancia la Secretaría de Derechos Humanos dijo al diario: "Los crímenes de lesa humanidad, según jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia son aquellos en los que participaron agentes del Estado, no los cometidos por grupos o individuos ajenos al Estado. Los crímenes de lesa humanidad son imprescriptibles, los cometidos por particulares se encuentran prescriptos por el largo tiempo transcurrido".

Los defensores de las víctimas de la guerrilla contestan. Para Javier Vigo Leguizamón, abogado de un grupo de víctimas, es un error clasificar como crímenes comunes los que fueron cometidos por grupos como los Montoneros o ERP. "Hubo una guerra en la Argentina, y estos grupos han cometido un ataque sistemático contra la población civil con intenciones políticas", dijo a la Folha. "Esto debe ser considerado un crimen de lesa humanidad".

Para Villarruel, el terrorismo es el mejor ejemplo de un crimen de lesa humanidad. "El terrorista no es un delincuente común, porque él no está interesado sólo en el robo de su billetera. Querer matar, aterrorizar a la sociedad y que este hecho sea informado, amplificando sus efectos. El objetivo es político, es el Estado."

Desde 2003, el tribunal argentino adopta la definición de crímenes contra la humanidad que se describe en el Estatuto de Roma (1998), interpretando que crímenes del Estado son de lesa humanidad.

Hay quienes cuestionan la aplicación de la ley, argumentando que no es retroactiva. Para Villarruel, sólo el 30% de los asesinatos por los guerrilleros son militares. "En esta versión de la historia, en la que los militares eran malos y los otros sólo militantes románticos, que es lo que el gobierno defiende, la víctima civil tiene que desaparecer. En efecto, si se cuenta su drama, la historia oficial no cierra" , dice.

REPARACIÓN. La italiana Lorenza Ferrari, de 81 años, viuda y enferma, no sabe quién se hará cargo de Abel, su hijo discapacitado cuando ella muera. Hace 35 años, pidió al Estado una reparación por el asesinato de Laura, su hija, que murió a los 18 años en un atentado en la Universidad de Belgrano en Buenos Aires, en 1975. En vano, ha presentado una demanda y envió cartas a los presidentes.

"El discurso de la reconciliación de los gobiernos democráticos, dice que cada lado de la guerra de los años 70 tenía que admitir sus errores y pasaríamos a vivir en paz. Pero y yo, qué error cometí?", pregunta.
Laura no militaba. Según la madre, evitó la educación pública en la Universidad de Buenos Aires porque había una intensa agitación política. Entró en la carrera de Economía en la Universidad de Belgrano, privada. El 8 de septiembre de 1975, ella y sus amigos esperaban a tres compañeros en un coche, en la puerta de la universidad. A continuación, el coche de adelante explotó, hiriendo a todos sus ocupantes y matando a Laura.

Otros ataques también tuvieron blancos civiles, como los secuestros realizados para financiar la lucha o hacer canjes por prisioneros políticos. La abogada Victoria Paz, de 57 años, recuerda la noche en que mataron a su padre, el Ingeniero José María Paz, presidente de un Ingenio azucarero. "Sabíamos que algo podría suceder. Mi familia tenía dinero y vivía en Tucumán, que fue un importante centro de la guerrilla", recuerda. "Recibimos amenazas por meses, pensamos en huir al Brasil, pero mi padre no quería abandonar lo que él había construido."
El 7 de agosto de 1974, José María aterrizó en el aeropuerto de San Miguel de Tucumán, la capital provincial, y en taxi, se dirigía a su casa. El coche fue bloqueado por los Montoneros, que exigieron que Paz los acompañase. Lo tomaron del traje, pero Paz se resistió luchando y salió corriendo. La guerrilla le siguió y le disparó. Auxiliado, Paz fue operado. Mientras tanto, los Montoneros amenazaban invadir el hospital y matarlo. Paz no sobrevivió a las heridas y murió.
"Mi familia ha quedado destruída hasta hoy, mi sobrina de 22 años se suicidó con un disparo después de recibir una llamada de alguien que dijo saber quiénes fueron los asesinos del abuelo y que estaban vivos", dijo Victoria al diario.
Según ella la guerrilla transformó a la provincia de Tucumán en tan violenta que se llegó a celebrar el golpe de Estado. "Creí que las bombas se detendrían, que las muertes no se producirían más. Pero no, la violencia continuó. Cuando la dictadura terminó y sólo entonces supe la proporción de la represión militar, inmediatamente me opuse a ella también."

MILITARES. Entre las víctimas militares, el caso más famoso es el del Coronel Argentino del Valle Larrabure. El 10 de agosto de 1974, fue secuestrado en una fiesta en la Fábrica Militar de Villa María, Córdoba, por la guerrilla del ERP.
Lo tuvieron de rehén durante 372 días, fue torturado y golpeado. Luego fue encontrado muerto en un terreno baldío. La guerrilla dijo que el militar se suicidó. La familia lo niega. Los peritos concluyeron que fue asesinado.

Hay dos versiones para explicar el secuestro: en algunos casos, el ERP quería canjearlo por presos políticos, para otros, el grupo exigió que Larrabure, ingeniero químico, fabricara explosivos para ellos.
Hoy en día, su hijo Arturo, de 52 años, vive en Tres Arroyos, provincia de Buenos Aires, y lucha por que la historia sea bien contada. En 2007, en una acción sin precedentes, un juez de Rosario volvió a abrir la causa, entendiendo que, por la crueldad y por haber sido producido durante un gobierno democrático, era un crimen de lesa humanidad. La demanda continua.
Arturo, quien contó la historia de su padre en "Un Canto a la Patria" (Buenos Aires ed.), dice que no tiene mucha esperanza de reparación, pero dice que irá a los tribunales internacionales una vez agotadas las instancias en los tribunales argentinos."Cuando veo a todos estos ex guerrilleros en el poder, los casos de corrupción, o escucho que son un gobierno de los derechos humanos, pienso: “Fue por esto que asesinaron a mi padre?".

En "Operación Primicia" (Sudamericana ed.), el periodista Ceferino Reato relata un ataque a los militares en el gobierno de Isabel Perón. Fue el 5 de octubre de 1975, en la provincia de Formosa, en el norte. Montoneros atacó un cuartel después de que secuestró un Boeing de Aerolíneas Argentinas. Ese domingo, los oficiales estaban de franco en su casa. Los soldados, con 21 años promedio cuidaban el cuartel. Hubo 24 muertos: 12 montoneros y 12 militares. Los guerrilleros sobrevivientes huyeron en un Boeing.
La investigación judicial sobre el ataque permanece abierta en un tribunal de Formosa.
En una entrevista al diario Folha, Reato dijo: “Los guerrilleros que murieron en ese ataque tienen monumentos en homenaje a las víctimas del terrorismo de Estado y sus familiares recibieron indemnizaciones millonarias, en cambio los soldados muertos allí no son recordados por nadie en su país y sus padres sobreviven en la miseria, recibiendo una pensión bajísima. La diferencia entre un guerrillero muerto a un soldado muerto es para el Estado Argentino, infinitamente mayor".

ARAMBURU. Entre los crímenes contra los militares, el más célebre es el asesinato del general Pedro Eugenio Aramburu, quien participó en el golpe de Estado que derrocó a Perón en 1955 y gobernó Argentina hasta 1958.
Aramburu fue secuestrado de su casa en Buenos Aires el 29 de mayo de 1970, por montoneros disfrazados de militares. Sometido a un “juicio popular" fue ejecutado.
El líder del grupo, Mario Firmenich, participó en la operación. Al final de la dictadura, fue arrestado, pero recibió un indulto en la época de Menem y ahora vive en Barcelona. "Firmenich fue liberado como Videla. Eran leyes diferentes, pero si sirvió para uno debería servir para el otro", dice Villarruel, del Celtyv. En vano, la abogada intentó pedir una solicitud de extradición para que Firmenich sea juzgado en Argentina.

CLAMOR. El clamor por la reparación de los crímenes de la guerrilla se ha incrementado. Para Villaruel y Larrabure la explicación es que durante muchos años, las víctimas se encontraban destruidas y no se atrevían a reclamar por sus derechos. Sin embargo, hay quienes piensan que esto sólo ocurre por la narrativa polarizada que el gobierno K hace de los años 70.

"Estas víctimas sólo están hablando ahora debido a la presión de los grupos de derecha, para perjudicar a Cristina [Kirchner]. No me parece sano para el país en este momento que empecemos a ver a los militares como víctimas", dice el escritor y ex Montonero Martín Caparrós.
El periodista Jorge Lanata está de acuerdo. "Legalmente, el Gobierno tiene razón. Podría haber habido una mejor distribución de las reparaciones, porque eso fue realmente muy caótico. Pero el gobierno tiene razón al afirmar que un crimen del Estado es más grave que el de un crimen de un civil y darle más importancia a eso."

Reato rebate: "Hay una hegemonía del relato único del gobierno, de que sólo el Estado procedió mal y que esta gestión está reparando todas las atrocidades, pero lo que están haciendo es suprimir la responsabilidad de los guerrilleros convirtiéndolos en víctimas comunes. Eso no es cierto. La historia está siendo muy mal contada".

Para Vigo Leguizamón, si no se hace algo, las generaciones posteriores verán a los guerrilleros de forma dulce, como héroes románticos. "Si los libros escolares siguen contando la historia así, de aquí a una o dos generaciones los argentinos pueden encontrar que tomar las armas contra el gobierno es lo correcto".

TODOROV. Durante su visita a la Argentina en el 2010, el intelectual búlgaro Tzvetan Todorov criticó la transformación ideologizada y maniqueísta de los guerrilleros en víctimas pasivas, impidiendo una comprensión crítica. Dice que los argentinos se preocupan más con la memoria que con la historia.
Extrañó no ver explicaciones sobre el contexto en el cual aquellas personas murieron durante una visita a la ESMA (Escuela de Suboficiales de la Armada), principal lugar de tortura argentina y al Parque de la Memoria, que registra un monumento con el nombre de los desaparecidos entre 1969 y 1983.

El del niño Juan Eduardo Barrios, que murió a los 3 años en Monte Chingolo, mientras compraba un helado, no estaba allí.

El artículo fue publicado el Domingo 2 de octubre de 2011, en el Diario Folha de Brasil.

jueves, 30 de junio de 2011

VIDEO DE LA DISERTACIÓN QUE PRONUNCIE EN EL OSLO FREEDOM FORUM

Video de las palabras pronunciadas durante mi disertación en el III Oslo Freedom Forum, celebrado en Oslo, Noruega en mayo de 2011.

jueves, 2 de junio de 2011

ARTÍCULO EN LA NACIÓN SOBRE MI DISERTACIÓN EN EL OSLO FREEDOM FORUM

"Discriminan a las víctimas de los 70"

Lo dijo Villarruel, que lidera una ONG para investigar asesinatos de Montoneros y del ERP

"La violencia de los setenta no sólo dejó desaparecidos, sino que los montoneros y el ERP también dejaron 19.000 víctimas, el 70 por ciento de las cuales eran civiles. Sin embargo, la Argentina discrimina a las víctimas y sólo repara a un sector", dice Victoria Villarruel, presidenta del Centro de Estudios Legales de Terrorismo y Violencia (Celtyv).

Villarruel, que fundó el Celtyv en 2006, disertó en el seminario internacional que organizó el Freedom Forum en Oslo, Noruega, en un panel que compartió con el ex presidente de Colombia Belisario Betancourt y con el ex mandatario rumano Emil Constantinescu. Pocas horas después, fue víctima de un escrache que ella atribuye al contenido de su denuncia contra el gobierno argentino. En diálogo telefónico con La Nacion, expresó su preocupación por la situación de las víctimas que dejaron los grupos subversivos.

-¿Los años 60 dejaron víctimas de izquierda y de derecha?
- Dejaron víctimas por todas partes. Incluso, personas que no tuvieron nada que ver con ninguno de esos sectores. En un relevamiento de los diarios nacionales que aparecieron entre 1969 y 1979, contabilizamos 19.000 personas. Víctima es toda persona que sufrió agresiones de organizaciones terroristas. El 70% eran civiles, algunos de ellos parientes de militares, pero la enorme mayoría era gente que no tenía ninguna relación con militares ni con Montoneros, pero que quedaron atrapadas en tiroteos, sospechas u otras situaciones. El 30% restante eran militares y policías que fueron asesinados o emboscados cuando estaban fuera de servicio.

-¿Qué reclaman ustedes?
-Que se haga justicia. Las leyes del Estado argentino llegaron a indemnizar a las víctimas de atentados de la Triple A, a víctimas de fuerzas militares y policiales, etcétera, pero nunca se reparó a las víctimas de Montoneros y del ERP. El Gobierno discrimina.

-¿Cuántas denuncias hay?
-Muchas. En algunos casos, acompañamos a las familias de esas personas. En otras, actuamos como amigos del tribunal, como por ejemplo en la causa de la bomba que el 2 de julio de 1976 estalló en el comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal de la Policía Federal Argentina. Pero en ningún caso prosperan.

-¿Qué deciden los jueces?
-No quieren investigar, o bien congelan las investigaciones o declaran que esos crímenes no fueron de lesa humanidad, sino crímenes comunes que ya prescribieron. Pero ni siquiera nos reconocen el derecho a la verdad.

-¿Ustedes aceptarían que se investigara, no para reprimir penalmente a los autores, sino sólo para conocer la verdad?
-Depende de cada familiar, pero hay familiares que no quieren que aquellos montoneros o guerrilleros vayan a prisión más de treinta años después, sino que se conformarían con conocer la verdad, saber cómo murieron nuestras víctimas.

-¿Qué esperan del Gobierno?
-Le exigimos que respete los derechos humanos para todos, sin discriminar. Toda víctima, sin importar su ideología, debe recibir el mismo trato. En cambio, en la Argentina, que se llena la boca con la defensa de los derechos humanos, se repara a los montoneros, muchos de los cuales fueron autores de agresiones, pero no se repara al otro sector.


La nota fue publicada en la Edición impresa del 31 de mayo de 2011.

viernes, 13 de mayo de 2011

EL DIARIO CLARÍN RELEVANDO LAS JORNADAS DEL OSLO FREEDOM FORUM

Oslo: el pasado argentino se coló en un congreso de derechos humanos

El Artículo fue publicado el 12 de mayo de 2011 y da cuenta de la disertación que ofrecí en la Jornada de cierre del Oslo Freedom Forum.  Allí compartí panel con el ex presidente de Rumania Emil Constantinescu, el ex presidente de Colombia Belisario Betancur y la que luego fue una de las ganadoras del Nobel de la Paz 2011 Leymah Gbowee.

Mi agradecimiento personal a Thor Halvorssen y al Equipo del Oslo Freedom Forum por la invitación, la hospitalidad y el cuidado que dispusieron para que tuviera la oportunidad de darle voz a miles de personas inocentes silenciadas por el propio Estado argentino, como una forma de garantizar la impunidad de los responsables de los gravísimos crímenes de terrorismo.

lunes, 9 de mayo de 2011

COMUNICADO DE PRENSA DEL OSLO FREEDOM FORUM


2011 Oslo Freedom Forum Opens in Norway; Live Coverage of Third Annual Summit Brings Nobel Laureates, Innovators, and Human Rights Defenders to a Global Stage

Oslo, Norway (May 9, 2011)—The 2011 Oslo Freedom Forum commences today in Norway, gathering an assembly of Nobel Laureates, world leaders, rights defenders, tech entrepreneurs, public intellectuals, and survivors of oppression, to bring global humanitarian issues to the world’s stage. The event has been described by The Economist as "a spectacular human rights festival…on its way to becoming the human-rights equivalent of the Davos economic forum."

"We created the Oslo Freedom Forum to establish a platform where human rights activists lacking international support and recognition could share ideas on a global scale with world leaders and others capable of affecting change," says Thor Halvorssen, founder of the Oslo Freedom Forum.

This morning the forum will be launched with a press conference with speakers, featuring Liberian peace activist Leymah Gbowee; Iranian Nobel Laureate Shirin Ebadi; Burmese rights activist Zoya Phan; Ghanaian economist George Ayittey; Palestinian doctor Izzeldin Abuelaish; Nobel Laureate Jody Williams; South African LGBTI rights activist Busi Kheswa; Bahraini activist Maryam al-Khawaja; and Canadian free speech champion John Ralston Saul. Also leading the discussion will be secretary-general of Amnesty International Norway John Peder Egænes.

Later this evening, Shirin Ebadi and Mayor of Oslo Fabian Stang will speak at the opening reception of the forum at Oslo City Hall. The audience will include hundreds of international guests from the realms of advocacy, business, academia, politics, media, and technology.

This year’s forum will tap into the transformative power of social media to extend the reach of the event and its power to affect change. The 2011 conference will be live-streaming at www.OsloFreedomForum.com, and video segments of all panel discussions and individual speaker presentations will be immediately archived and available on the website following the event. Online viewers are encouraged to interact with panelists during discussion sessions by emailing questions to questions@oslofreedomforum.com or by following the forum on Twitter at @OsloFreedomFrm and using the hashtag #OFF2011.

The Oslo Freedom Forum is a program of the Human Rights Foundation, a New-York based nonprofit organization committed to defending human rights globally, with a special focus on the Americas. The forum is made possible in part by the City of Oslo, Color Line, Fritt Ord, the Norwegian Foreign Ministry, and the Thiel Foundation, in partnership with Amnesty International Norway, Civita, the Norwegian Helsinki Committee, and PLAN Norway. For more information on the forum and for a full list of participating speakers, please visit www.OsloFreedomForum.com.

General Contact: info@oslofreedomforum.com
Global media liaison: Martha Pulido, +1 212 377 3581, martha.pulido@evins.com
Nordic media liaison: Erlend Fuglum, +47 40 21 51 98, ef@firsthouse.no

OSLO FREEDOM FORUM - 2011



Fui invitada por Human Rights Foundation, para disertar sobre nuestra lucha por el reconocimiento de los DDHH para las víctimas del terrorismo de Argentina, durante el Oslo Freedom Forum que comenzó hoy en Oslo, Noruega.

Con la participación de disertantes de varios países del mundo, se denunciarán situaciones de impunidad, violaciones de derechos, tiranías, etc que se sufren en varios lugares del globo.

Para CELTYV es una gran oportunidad para dar a conocer nuestra lucha por las víctimas y los esfuerzos que realizamos para que el Estado argentino deje de violar sus derechos humanos y no las discrimine más.

Estaré hablando en el Panel Peace and Conflict, con el ex presidente de Colombia, Belisario Betancourt y la Premio Nobel, la iraní Shirin Ebadi.

Para seguir este evento o conocer más, ingresar a: http://www.oslofreedomforum.org/

sábado, 23 de abril de 2011

CRÍTICA LITERARIA EN SUPLEMENTO ADN DE LA NACIÓN DEL LIBRO "LOS LLAMAN... JÓVENES IDEALISTAS" DE VICTORIA VILLARRUEL

Minucioso documento 
Los llaman... "jóvenes idealistas"
Por Victoria Villarruel
Celtyv
325 páginas 
Por Carlos Manfroni 


Este libro "Los llaman... "jóvenes idealistas" , tiene el mérito de combinar una narración ágil y generosamente ilustrada del desarrollo de la guerrilla de los años 70, con la selección de pruebas irrefutables de los crímenes cometidos por las principales organizaciones terroristas en la Argentina: el Ejército Revolucionario del Pueblo y Montoneros.

El método de redacción y diseño escogido, consistente en descripciones breves y precisas, acompañadas de fotografías, facsímiles de diarios de la época, panfletos y organigramas, en una impresión de gran calidad, arroja como resultado una obra apta para un muy amplio rango de potenciales lectores.

Respecto de la irrebatibilidad de la información, basta con decir que ella está sustentada por las mejores pruebas, que -en su mayor parte- son las aseveraciones de los propios autores de los crímenes y sus cómplices, redactadas morbosa y jactanciosamente en sus libros y proclamas, cuando todavía ni siquiera asomaba la perspectiva -aún difícil, pero no imposible- de juzgar esos actos como delitos de lesa humanidad.

La autora comienza su descripción con una apretada síntesis del pensamiento de los ideólogos universales de la revolución y la lucha de clases, pero únicamente al efecto de brindar al público en general un dato más, en este caso, las raíces intelectuales sobre las que se desarrollaron en la Argentina las organizaciones guerrilleras.

Pero el corazón del texto reside, sin duda, en la documentación de los atentados: ataques a cuarteles mediante cuadros militares jerarquizados de la guerrilla, provistos de todo tipo de armamento y entrenados durante años, algunos en Cuba; homicidio de civiles y militares desarmados y sus familias, incluyendo niños asesinados deliberadamente y no como "víctimas colaterales", como hoy pretende la explicación oficial; voladuras de edificios, automóviles y aeronaves; secuestro de empresarios y diplomáticos nacionales y extranjeros y una larga lista de actos que encuadran perfectamente en los precedentes utilizados por el derecho internacional para caracterizar las violaciones imprescriptibles a los derechos humanos.

El libro de Victoria Villarruel, apoyado por el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), concluye con una sobria pero firme denuncia de la impunidad de la que hasta ahora gozan los autores de tales aberraciones, al amparo de las presiones que se ejercen ya sin disimulo desde el poder político sobre la Justicia, como lo reflejan las propias noticias de los diarios.

Además del uso que de esta obra puedan hacer estudiantes secundarios y universitarios, profesores e investigadores académicos, su contenido resultará muy útil a los futuros jueces, para la etapa que la propia autora ha identificado en el título de uno de sus capítulos: "El día después". Václav Havel decía que apenas se abre una grieta en la pesada estructura de la mentira, todo el edificio se resquebraja en beneficio de la vida en la verdad. Obras como ésta constituyen, sin duda, las primeras grietas.


COLUMNA DE OPINIÓN EN EL DIARIO PERFIL

LAS PLACAS DE LA IMPUNIDAD

Por Victoria Villarruel *
Para Diario PERFIL


El 23 de diciembre se cumplieron 34 años del ataque al Batallón Depósito de Arsenales “Domingo Viejobueno” de Monte Chingolo, por terroristas del ERP – Ejército Revolucionario del Pueblo.  Este gravísimo hecho, ocurrido durante el gobierno de Isabel Martínez de Perón, fue uno de los miles que protagonizaron las organizaciones armadas en los 70.  Ese día más de 200 combatientes del ERP, pusieron bombas en la vía pública, robaron autos, incendiaron colectivos, crearon barricadas para impedir el paso de las fuerzas policiales y bloquearon 9 puentes, para finalmente ingresar al batallón con la intención de robar el armamento que éste contenía. Esta acción terrorista desarrollada en el conurbano bonaerense, produjo víctimas mortales, heridos, ciudadanos que sufrieron las pérdidas de sus bienes y la prueba de que las organizaciones terroristas atacaban unidades militares en zonas densamente pobladas, en aras de sus objetivos políticos.

En 2007, el ex Presidente Kirchner, inauguró el Parque de la Memoria, donde fueron recordados los nombres de quienes sufrieron abusos por parte del Estado.  Allí también fueron incluídos 52 nombres correspondientes a combatientes del ERP que murieron en combate durante el ataque al Batallón de Monte Chingolo.

Por ello, el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas - CELTYV, presentó en diciembre pasado, un escrito ante el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri y la Directora Ejecutiva del Instituto Espacio para la Memoria, Ana María Careaga, solicitando la remoción en el Parque de la Memoria de las 52 placas con los nombres de esos terroristas, incluídos como víctimas dentro de este Monumento.

La presentación firmada por la presidente de CELTYV, detalla los nombres que hoy figuran en la nómina de personas que se recuerdan en el Parque de la Memoria, el cual brinda homenaje según reza la placa principal “… a los que murieron combatiendo por los mismos ideales de Justicia y Equidad”.

La presentación expresa que “sostener que quienes resultaron muertos mientras atacaban una institución de la Nación, por su propia iniciativa y durante un gobierno democrático, murieron combatiendo “por ideales de justicia y equidad” es una inmoralidad, un agravio a la Constitución Nacional y una contradicción con el repudio que el monumento pretende demostrar frente a una interrupción del orden constitucional.  (…) Afirmar este criterio implica que cualquiera que se alce en armas contra un gobierno constitucional puede alegar las mismas motivaciones y ser acreedor a un monumento, dependiendo de cuál sea la ideología de quienes encargan su construcción”.

La temeridad de este concepto, se torna más grave aún, cuando de estas acciones violentas resultan víctimas que aún hoy no cuentan con el reconocimiento del Estado.  Seres humanos que sufrieron agresiones a su integridad física y psíquica y que hoy ven homenajeados en el mármol, los nombres de sus victimarios y la tergiversación de los verdaderos objetivos que esta organización armada tuvo al perpetrar los crímenes. 

Con el ataque a esta unidad militar, el ERP pretendió impresionar a la población civil exhibiendo gran capacidad militar y de esta manera forzar al gobierno de Martínez de Perón a tomar determinadas decisiones políticas. 

CELTYV nuclea a las víctimas del terrorismo y considera fundamental que desde el Estado no se erija como héroes a personas que murieron atacando la democracia y responsables de atentados terroristas que ocasionaron más de 15.000 víctimas como lo descubre la investigación histórica, que este Centro encabeza.  El rol del Estado es proteger a la población civil ante agresiones atroces como las que el terrorismo comete, por ello, que los nombres de miembros de organizaciones terroristas estén en un Memorial, no solo es una afrenta para todas las víctimas del terrorismo, sino que implica una apología del terrorismo. Después de 26 años de democracia, las víctimas y la sociedad siguen esperando Justicia y Verdad.


* La autora es abogada y preside el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas

Publicado en la edición impresa del 24 de enero de 2010.

miércoles, 20 de abril de 2011

COLUMNA DE OPINIÓN EN EL DIARIO EXPRESO DE PERÚ

3 de enero de 2010

MUSEOS SIN MEMORIA

Victoria Villarruel para El Expreso


Las víctimas del terrorismo, como todos aquellos que han sufrido graves violaciones a sus derechos humanos, poseen derechos que deben ser garantizados en su ejercicio por el Estado.

El Derecho a la Verdad es uno de ellos, el cual no se trata solamente de un derecho individual que toda víctima o sus parientes pueden ejercer, sino que también es un derecho colectivo que tiene su origen en la historia, para evitar que en el futuro las violaciones se reproduzcan (1).  Representa la prerrogativa de la sociedad de compartir el dolor de las víctimas, saber quiénes fueron los responsables de los crímenes terroristas y conocer la historia de su país sin parcialidad ni garantías de impunidad.

Una de las formas de documentar los hechos es hacerlo a través de los Museos de la Memoria, como popularmente se conoce a estos sitios para generar consciencia colectiva sobre una agresión generalizada contra la sociedad. Allí deberían plasmarse los testimonios de las víctimas, la existencia de los responsables y el entorno histórico de la época.

Sin embargo, la experiencia de los Museos de la Memoria en la región, no ha respetado la objetividad ni la totalidad de los procesos históricos vividos.Un caso tipo, es el de Argentina, donde se han creado varios Museos de la Memoria, pero allí se encuentran únicamente representadas aquellas personas que sufrieron abusos del Estado. Nada se menciona de las más de 15.000 víctimas del terrorismo que aún esperan Justicia, ni de los 21.600 atentados terroristas cometidos durante 10 años, tanto en gobiernos democráticos como de facto.  Solo existe la construcción de una memoria acomodada a la versión ofrecida por los integrantes de las organizaciones armadas que agredieron a la población, mediante la comisión de aberrantes crímenes terroristas.  Esta situación se repite en otros países, donde no se incluye la voz de las víctimas ni se las hace partícipes de las decisiones o de las Comisiones que los crean, a pesar de ser las principales afectadas por los crímenes de lesa humanidad, por estar indefensas y ser atacadas con alevosía.  Los gobiernos democráticos deben proteger los derechos de la población civil.

Por ello, ante el debate generado en Perú por la futura creación de un Museo de la Memoria, creemos fundamental brindar una visión completa de la historia reciente, donde las víctimas ocupen el sitial de privilegio para transmitirle a las nuevas generaciones que el terrorismo no es una elección para alcanzar el poder; no hacerlo sería escribir una elegía al terrorismo.


(1) M. Louis Joinet – Relator de la ONU.

La autora es Abogada y Presidente del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas de la República Argentina.

martes, 19 de abril de 2011

ENTREVISTA EN LA TELEVISIÓN DE ESPAÑA



El 11 de junio de 2009, fui entrevistada por el periodista español Federico Jiménez Losantos.   La entrevista comienza en el minuto 19.

ENTREVISTA EN EL DIARIO LA VANGUARDIA, DE BARCELONA

Villarruel: "En Argentina se ha borrado a las víctimas"

La presidenta del Centro de Estudios sobre el Terrorismo lleva seis años buceando en la memoria del terrorismo en Latinoamérica



Internacional | 13/06/2009   
SERGIO HEREDIA
Madrid

Victoria Villarruel (Buenos Aires, 1975) lleva seis años buceando en la memoria del terrorismo en Latinoamérica. En su inmersión, se ha remitido hasta los años setenta, los tiempos del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y los Montoneros, las organizaciones armadas más significativas en una Argentina convulsa. Su organismo, el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), ha rascado en hemerotecas, ha entrevistado a cientos de víctimas y ha cruzado miles de datos documentales. Su conclusión es sangrante. “Se ha borrado la memoria de cerca de 13.000 víctimas”, dice.

 

Las víctimas ¿siguen siendo las grandes olvidadas?
Argentina, Chile, Perú y Uruguay no las reconocen. Entre las víctimas hay parapléjicos. Nadie les ha conseguido una silla de ruedas. Cuando se celebra un juicio contra el terrorismo de aquellos años, el Estado niega los hechos. Es algo impensable en España.

¿…?
España es un país muy avanzado. Sus leyes protegen a las víctimas. Nuestra situación es mucho más complicada. Necesitamos que la comunidad internacional nos reconozca.

¿Y no lo hace?
Algunos de aquellos terroristas son hoy funcionarios públicos. Me he cruzado con alguno en el metro, o paseando por la calle, o en una ciudad extranjera.

¿A qué capas han llegado?
Algunos tienen puestos en los gobiernos. Están en el poder judicial, legislativo y ejecutivo. Hay diplomáticos. Imagínese: el terrorista que puso una bomba hace treinta años ¿qué no hará si le dan el poder del Estado? Y ante eso, nosotros, como ciudadanos comunes, ¿qué podemos hacer?

Las víctimas ¿cómo viven esa realidad?
Se les ha borrado, son desaparecidos en la historia. Son miles de personas: hoy, nuestra ONG las cifra en 13.000. Pero estamos recopilando todos los datos hasta aquellos años setenta. Pronto llegaremos a las 15.000 víctimas. Algunas se han suicidado, o han desarrollado enfermedades como el cáncer, o depresiones.

¿Quiénes eran esas víctimas?
Civiles, empresarios, policías en sus casas, obreros, gente de derecha y de izquierda, católicos o judíos. Y también europeos, por el mero hecho de ser europeos.

Las actuaciones de los Montoneros o del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) ¿son comparables a las de cualquier grupo terrorista actual?
Se les puede comparar a las FARC, en Colombia. Aunque nuestro proceso fue más corto. Aquellos actuaron con gran intensidad. Provocaron 21.000 atentados en diez años: son tres o cuatro atentados a diario. Así, era imposible vivir en paz. Y lo peor es que ninguno se ha arrepentido.

En su organización, ¿todos han sufrido algún atentado?
Mi familia sufrió agresiones terroristas. Nuestro vicepresidente es hijo del coronel Larrabure, que fue secuestrado, torturado durante un año y asesinado: fue el secuestro más largo de la historia argentina.



 

SENTENCIA CONTRA UN JUEZ

Victoria Villarruel
Para LA NACION

Martes 28 de abril de 2009 | Publicado en edición impresa
 
En la Argentina, hubo un tiempo en que las sentencias las impartían las organizaciones terroristas. Eran sentencias de muerte. El domingo 28 de abril de 1974, el brazo del terror bajó el martillo contra un juez de la Nación, Jorge Vicente Quiroga.

Ese día, quien había sido uno de los jueces de la Cámara Federal en lo Penal pagó con su vida haber juzgado, condenado o absuelto a los terroristas que agredían a la población civil en nombre de una lucha armada que ellos creían justa y necesaria. Quienes debían estar tras las rejas, gozaban de la libertad irrestricta que les había otorgado la amnistía concedida durante el gobierno del Dr. Cámpora, refrendada por quien en ese entonces era ministro del Interior y hoy procurador de la Nación, el Dr. Esteban Righi.

Quiroga caminaba hacia la casa de otro colega, con el cual irían juntos a la cancha a ver un partido de Boca. Pocos metros antes de llegar a destino, dos jóvenes en moto le dispararon y nueve balas impactaron en su cuerpo. Murió asesinado a los 48 años. Sus asesinos, integrantes del ERP 22 de Agosto, escaparon, pero sus nombres quedaron para siempre unidos al crimen: Marino Amador Fernández y Raúl Argemi.

El muerto había sido elegido por sus méritos para integrar la Cámara Federal en lo Penal, un plan innovador para la época, que se adelantó a España e Italia en el juzgamiento de ETA y las Brigadas Rojas. Significó una modernización del sistema, para poder juzgar con celeridad los actos terroristas. Esa Cámara tenía competencia para juzgar todos los delitos calificados como subversivos, garantizando la defensa del imputado. Así, el crimen del empresario italiano Oberdan Salustro pudo ser resuelto en 11 meses. La labor de los jueces no fue de persecución ideológica: la prueba es que no hubo una sola condena por la ley 17.401, de represión del comunismo. Los terroristas ni siquiera eran esposados, como detallaron las crónicas de la época.

Se podrá discutir la oportunidad de iniciar esta experiencia durante un gobierno de facto, pero es incontestable que se respetaron todas las garantías procesales durante el poco más de año y medio de trabajo y que, una vez dictada la amnistía, en mayo de 1973, todos los terroristas que habían sido condenados o estaban siendo procesados fueron liberados y retomaron el camino de las armas.

Los asesinos del juez Quiroga fueron juzgados y condenados a 18 años de cárcel, pero apenas cumplieron unos años. Los restantes miembros de la Cámara Federal en lo Penal sufrieron persecución y amenazas, lo cual provocó que se exiliaran. Al ser desarticulada la Cámara, los terroristas lograron uno de sus más preciados objetivos: la impunidad, porque ningún juez se atrevería en adelante a condenarlos. A 35 años del asesinato de este magistrado, observamos con preocupación que continúan impunes, libres entre los ciudadanos. Algunos ocupan cargos públicos.

El Poder Judicial sigue siendo presionado por algunos de los que en el pasado integraron estas organizaciones terroristas y que hoy, con la suma del poder público, amedrentan a todos los que no responden a su línea argumental en esta tragedia nacional. Otros, simpatizantes de las ideas mesiánicas de los terroristas, aportan su granito de arena a la disolución de uno de los pilares de la República: la independencia del Poder Judicial. Una muestra de la maquinaria creada para garantizar la impunidad de quienes atentaron contra las instituciones del Estado fue la Resolución 158/07, por la cual el procurador Righi ordenaba a los fiscales no considerar delitos de lesa humanidad los cometidos por integrantes de organizaciones armadas. Hoy, ante la decisión de la Cámara de Rosario en la causa Larrabure, Righi ha debido bajar los decibeles de una discusión en la que debería haberse excusado de participar, por ser parte interesada.

Treinta y cinco años después, los familiares de las víctimas del terrorismo continúan su lucha por el reconocimiento de sus derechos humanos. Temen al ver a algunos de los que los atacaron gozar de la inmunidad que les brindan sus cargos, y esperan que surjan jueces como Quiroga, que enfrenten la inmoralidad jurídica y política y que den testimonio de la valiosa función de un magistrado.


La autora preside el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas.

http://www.lanacion.com.ar/1122579-sentencia-contra-un-juez



CARTA DE LECTORES EN DIARIO LA NACIÓN

Martes 08 de abril de 2008 | Publicado en edición impresa


"¡Basta!"

Señor Director:

"Pasan los años, pero las conductas son las mismas.
"Por un lado, ciudadanos comunes, sin militancia política, reunidos para manifestar en la Plaza de Mayo, pidiéndole democráticamente a la Presidenta que revea las medidas tomadas contra el campo.
"Por el otro lado, ciudadanos que viven del Estado, con subsidios pagados por todos, que han hecho de la violencia la forma de reclamar por lo que creen son sus derechos.
"Estos argentinos denominados piqueteros, que muestran pertenencia ideológica con organizaciones armadas que en el pasado ensangrentaron el país, utilizan la violencia, el terror, el amedrentamiento, para acabar con las legítimas manifestaciones populares.
"Años atrás, en nombre de una revolución no querida, atacaron a la población en sus hogares, en sus escuelas, en sus trabajos; hoy, bajo la excusa de defender a la Presidenta, se sienten con el mismo derecho de ayer, de superar como una aplanadora a los ciudadanos que sólo con una cacerola y sus voces expresaron «¡basta!»."

Victoria Villarruel

http://www.lanacion.com.ar/1002249-cartas-de-lectores

EL CASO RUCCI Y LA IMPUNIDAD

Por Victoria Villarruel
Para LA NACION
Jueves 25 de septiembre de 2008 | Publicado en edición impresa
 
No creo que exista un solo argentino que no aborrezca la indignidad que simbolizan los que asesinan para hacer valer sus razones. José Ignacio Rucci , 29 de junio de 1972, revista Gente

Más de 20 balas atravesaron su cuerpo y alumbraron un mito llamado José Ignacio Rucci. A pesar de los 35 años que transcurrieron de su asesinato por terroristas de la organización Montoneros, a pesar del relato caprichoso que de la historia reciente de los argentinos se hace desde las estructuras oficiales, a pesar del interesado olvido en que parece haberlo sumergido un peronismo que reniega de Perón, la figura de este sindicalista crece día a día, trasciende las generaciones y comienza a ocupar un lugar que hasta hoy detentan muchos de sus victimarios.

La historia de este crimen impune se sitúa en la convulsionada década del 70, cuando Perón comienza a organizar su regreso definitivo al país y surgen las primeras diferencias importantes entre el viejo caudillo y Montoneros.

Era evidente que Perón no pretendía la misma revolución que promovían las organizaciones armadas, ni la lucha armada como método para obtenerla, y esto se hizo más claro a medida que se acercaba su retorno al país. Perón le quiso dar la oportunidad a Montoneros de abandonar la violencia e incorporarse al sistema. Ya no existían justificaciones para la vía armada, cuando Perón volvió al país. Sólo habrían de quedar fuera del mismo aquellos que, desde el trotskismo, se habían manifestado públicamente el 13 de abril de 1973, cuando ante un pedido de tregua del presidente Cámpora no tardaron en publicar un documento crítico que llevó por título: Respuesta del ERP al presidente Cámpora - El ERP no dejará de combatir.

Los trazos de la política de Perón comenzaron a vislumbrarse lentamente. Al movimiento obrero, que había sido soliviantado y dividido por el trotskismo y los gremios combativos, lo dejó en manos de José Ignacio Rucci, a quien le brindó todo su apoyo. Era también el encargado de implementar las políticas gremiales para llevar adelante el Pacto Social impulsado por Perón.

Naturalmente, los montoneros quedaron cercados por la política de Perón y la reacción fue inmediata, Firmenich planteó claramente su disidencia, al salir de una reunión en la casa de Gaspar Campos, diciendo: "El poder político brota de la boca del fusil. Si hemos llegado hasta aquí ha sido en gran medida porque tuvimos fusiles y los usamos; si abandonáramos las armas, retrocederíamos en las posiciones políticas", dijo. Luego agregó: "Nosotros tenemos que autocriticarnos, porque hemos hecho nuestro propio Perón más allá de lo que es realmente (…) lo que Perón define como socialismo nacional no es el socialismo sino el justicialismo (…) o sea que la ideología de Perón es contradictoria con la nuestra, porque nosotros somos socialistas".

Diecisiete días después de estas declaraciones Rucci fue asesinado. Firmenich había concurrido a la reunión con Perón sabiendo que la planificación del asesinato estaba en marcha. Se le atribuye a Osatinsky, llegado a Montoneros desde las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias), la frase: "Hay que tirarle un cadáver a Perón sobre la mesa"; ésa era la necesidad política de la organización para lograr condicionar el dialogo con éste.
Durante años Montoneros, que siempre se dijo peronista, no asumió su responsabilidad en el asesinato de Rucci. Era una práctica habitual evitar reconocer la autoría de un hecho, cuando éste no daba el rédito político esperado, e instalar una operación de desinformación. Sin embargo, las tardías palabras de un miembro del Consejo Superior del Movimiento Peronista Montonero, Miguel Bonasso, confirmaron, en marzo de 1997, en una conferencia, "…en lugar de matar a Rucci deberíamos haber matado a López Rega", lo que era una verdad inocultable.

Con el transcurso del tiempo, las justificaciones por el asesinato de Rucci resultaron más elaboradas; en 2005, ante una pregunta de Felipe Pigna en Lo pasado pensado, Firmenich responsabilizó a Rucci de la masacre de Ezeiza: "Este es el sentir popular, el sentir de la militancia de la tendencia revolucionaria. Nuestra gente coreaba alegremente su futuro inminente. «Rucci traidor, te va a pasar lo mismo que a Vandor». Después de su muerte, en actos masivos, se coreaba, «Rucci traidor, saludos a Vandor» (…) Rucci era una avanzadilla del terrorismo de Estado".

Pese a las tibias autocríticas de los montoneros, el asesinato de Rucci para éstos fue una muerte justa, pues, como está escrito en el Manual de las milicias montoneras, publicado a mediados de 1975, "cada compañero debe tener en claro que, cuando ejerce la violencia, realiza un acto de justicia, ya que es justa la guerra revolucionaria que libra". Con este pensamiento los montoneros prácticamente no tenían limites con tal de alcanzar sus metas, todo les estaba permitido y justificado.

Las investigaciones periodísticas que han dado a luz los entretelones del asesinato vienen a llenar el vacío que dejó el Estado, al no cumplir con la obligación de satisfacer el derecho a la verdad, pues el conocimiento público de quiénes fueron los perpetradores y sus móviles políticos no fueron el resultado de un proceso judicial, un juicio por la verdad, o de la investigación de una comisión, sino el trabajo de almas inquietas por conocer la verdad. Sólo falta que los agentes del Estado decidan romper con la impunidad que gozan los terroristas y consagren el derecho a la justicia que asiste a las víctimas del terrorismo.
Así las cosas, para que pueda actuar la Justicia, el crimen de Rucci debe ser categorizado como crimen de lesa humanidad, dado que este tipo de delitos no prescriben con el paso del tiempo.

A pesar de lo dicho, la Corte Suprema, mediante la aplicación caprichosa de las normas internacionales, ha afirmado que los delitos de lesa humanidad sólo son cometidos por los agentes del Estado; creando con la violación de la ley positiva por parte de la Justicia, una discriminación en perjuicio de las víctimas del terrorismo, que no pueden acceder al goce de sus derechos humanos.

Es evidente que el ataque sufrido por Rucci fue parte de un plan sistemático de aniquilación dirigido contra la población civil: gremialistas y empresarios, entre otros. Todos grupos susceptibles de diferenciación, miembros de la población protegida, que fueron aterrorizados por la persecución que impusieron las organizaciones armadas.
La interpretación restrictiva de la Corte no hace otra cosa que consolidar la impunidad de los terroristas.

Las víctimas del terrorismo, además de haber sufrido la acción de los perpetradores, padecen la violación de sus derechos humanos por parte de las actuales autoridades y se ven nuevamente victimizadas al compartir sus vidas cotidianas con los asesinos de sus familiares aún impunes, y responsables de crímenes atroces. En muchos casos, viendo a los terroristas en cargos públicos, el sólo hecho de haber participado de las organizaciones terroristas debería inhabilitarlos de manera permanente para ocupar cargos de gobierno, pues la obligación primera de todo gobierno es proteger a la población civil.
Tal vez el asesinato de Rucci se transforme en un caso emblemático para lograr que todas las víctimas accedan a sus derechos humanos.


La autora es presidenta del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas.
 

DERECHOS HUMANOS, OTRA PARTE DE LA HISTORIA

Por Victoria Villarruel
Para LA NACION

Viernes 01 de agosto de 2008 | Publicado en edición impresa
 
 
Un 1° de agosto, durante la noche y mientras la gente dormía, una poderosa bomba explotó en el corazón de Barrio Norte. Dos edificios fueron el centro de la locura terrorista, que ese día eligió una zona densamente poblada para infligir el mayor daño posible a una familia y a todos aquellos que vivieran cerca.

El atentado quedó en la memoria de la sociedad con nombre propio, ya que se lo conoce como el atentado a Paula Lambruschini, por ser ella, una adolescente de 15 años, la primera víctima fatal.

Esa madrugada Paula dormía. Se había acostado pensando en el colegio y en las tareas que debía entregar durante la mañana. Margarita, una vecina de 82 años, también estaba descansando. Ricardo otro vecino, dormía. El barrio estaba en silencio. Los tres no despertaron jamás. Una bomba depositada por la organización Montoneros terminó con sus vidas, sus aspiraciones y aplastó sus derechos humanos.

Los vecinos despertaron entre escombros, con vidrios rotos en sus camas. Los gritos desgarradores y el llanto se apoderaron de esa cuadra, que supo ser tranquila y que se había convertido en un escenario de la guerra. Pacheco de Melo entre Ayacucho y Junín se llenó de humo, sangre, escombros y automóviles destruidos. Dos edificios resultaron estructuralmente inestables y debieron ser demolidos.

Hace treinta años, Paula Lambruschini dejó de ser una adolescente llena de promesas para convertirse en una víctima del terrorismo. En ese mismo instante, la acompañaron Margarita Obarrio de Vila y Ricardo Alvarez, ciudadanos inocentes como todos los que fueron agredidos por las organizaciones terroristas responsables de más de 21.600 atentados.

Ese 1° de agosto comenzó el digno y silencioso dolor de varias familias que perdieron a sus seres queridos, que sufrieron heridas o perdieron sus bienes. Esperaron que el Estado les reconociera sus derechos humanos pero, lamentablemente, a más de 30 años de estos terribles sucesos, el Estado está empeñado en mostrar sólo una porción de la historia, ignorando a quienes como Paula, Margarita, Ricardo y tantos miles más, no optaron por el camino de las armas para obtener el poder. Sin embargo, la obligación primigenia del Estado de proteger a sus ciudadanos miembros de la población civil y no combatiente, se encontraría guiada por intereses e ideologías que impiden la Justicia en la Argentina para aquellos que fueron víctimas del accionar terrorista.

En los últimos lustros, el movimiento de los derechos humanos ha evitado deliberadamente asistir y proteger a las víctimas del terrorismo. En estos años, el Estado ha dictado varias leyes de reparación y diversos beneficios para los ex combatientes de las organizaciones armadas y sus familiares. Pero lo más lamentable es que se ha reescrito la historia reciente de los argentinos y en ella no existen Paula, Margarita o Ricardo. Es un relato donde los victimarios devienen en víctimas y, como tales, gozan de la impunidad que otorga el silenciamiento obligatorio al que están destinados estos miles de argentinos y extranjeros. Parecería que la sociedad aún no reparó detenidamente en el hecho de que los terroristas, antes de ser damnificados, fueron verdugos de la sociedad civil, pues ser ex terrorista no es lo mismo que ser víctima del terrorismo, aunque les asistan los correspondientes derechos humanos para aquellos que quebrantan el orden público.

Es una historia que, ante la reapertura de una causa judicial, como la Causa Larrabure, da origen a la resolución 158/07, por la cual se ordenó a los fiscales excluir de la categoría de crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra a los asesinatos, secuestros y torturas realizados por la guerrilla. Su autor fue el procurador general de la Nación y ex ministro del Interior durante el gobierno de Cámpora, Esteban Righi, un funcionario que al menos debería haberse excusado por su participación en la firma de la generosa amnistía a los terroristas en 1973. O el fallo de la jueza Servini de Cubría sobre un dictamen del fiscal Berlanda, que sobreseyó a reconocidos combatientes montoneros, acusados de integrar la célula que puso la bomba en el comedor de la Policía Federal, donde perdieron la vida 24 argentinos y más de 60 resultaron heridos, bajo la excusa de que no fue un delito de lesa humanidad y, por ende, estaba prescripto.

Todas estas acciones de los tres poderes del Estado parecen apuntar al otorgamiento de impunidad para los culpables de aberraciones como las que se cometieron contra Paula Lambruschini, Margarita Obarrio de Vila y Ricardo Alvarez, negando lo que el Estatuto de Roma, ratificado por la Argentina, establece respecto de los delitos de lesa humanidad.
Las víctimas del terrorismo no reclaman venganza, no cortan calles ni hacen escraches, no ocupan cargos públicos, no pontifican. Sólo quieren verdad, justicia, reparación y paz, para poder vivir en un país donde la impunidad no se muestre por televisión, donde el rostro del terror no sea vocero interesado de los derechos humanos, donde quienes tienen sus manos manchadas de sangre respondan ante la sociedad por los crímenes cometidos.
A treinta años del asesinato de estos tres inocentes, la Argentina no es defensora de los derechos humanos, ni está a la vanguardia del respeto de los mismos; sólo ha trucado las armas por la acción política y judicial, que siguen impidiendo a las víctimas del terrorismo el goce de sus derechos.

La autora es abogada, presidenta del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas.

http://www.lanacion.com.ar/1035305-derechos-humanos-otra-parte-de-la-historia